miércoles, 9 de febrero de 2011

EL TIEMPO: ENTREVISTA CON ABSALOM MACHADO - SE NECESITA IR MÁS ALLÁ DE RESTITUCIÓN DE TIERRAS

 

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Se necesita ir más allá de la restitución de tierras: Absalón Machado

Según Machado, el país invisibilizó el despojo de tierras por varias décadas.


En 'Así ven el país' Absalón Machado convoca a colombianos a no ver al campo como pobre y atrasado.

El Director del Informe sobre Desarrollo Rural y Tierras invitó a valorar el papel del sector rural para empujar el desarrollo y la equidad.

Desde su responsabilidad como director del Informe de Desarrollo Humano sobre Desarrollo Rural y Tierras del 2011, Absalón Machado le pregunta al Estado si las propuestas que hoy promueve permiten, de verdad, modificar esa estructura medieval en la que la tierra no es productiva, sino que da poder político.

Desde el 2009, con el auspicio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, usted armó un grupo para entender qué es lo que pasa en el tema de tierras y el desarrollo rural, ¿qué encontraron?
Absalón Machado
Encontramos que Colombia es más rural de lo que se piensa, eso está sustentado en un índice de ruralidad construido por el informe, que da cuenta de que el 32 por ciento de la población colombiana vive en municipios básicamente rurales. Y estos tienen los peores índices de calidad de vida en pobreza, condiciones de habitabilidad, acceso a servicios públicos, escasas oportunidades de ingreso y de empleo y pobladores rurales que han perdido su libertad de movimiento por el conflicto. Son sociedades desarticuladas por este proceso y, por todo esto, con un aporte muy limitado al desarrollo.

El informe constató que este sector tiene gran potencial de desarrollo por sus recursos naturales, pero un desempeño muy bajo, resultado de un conjunto muy complejo de factores: por el limitado acceso a la tecnología, porque los campesinos tienen bajos niveles de educación, porque el Estado no tiene políticas que incentiven la inversión, por factores climáticos que afectan las cosechas, por los cambios en los ciclos de precios de los productos internacionales. Se oye decir que el bajo desempeño se debe a que el sector no tiene políticas agrarias: sí las hay, pero son inapropiadas, mal diseñadas y se han hecho de manera autoritaria.

¿Cuáles son los factores que más pesan a la hora de decir que el sector ha ido más de para atrás que hacia adelante?

En primer lugar, el conflicto, porque restringe las inversiones de la gente, que no se siente segura para desarrollar una actividad productiva. Otro es la deficiencia en la infraestructura física y social: caminos, vías, carreteras, distritos de riego, escuelas, hospitales. Eso afecta la probabilidad de interactuar en el mercado de una manera eficiente y con bajos costos. El tercer elemento es el descuido en cuanto a inversión en tecnología en el sector rural.
Colombia hace una inversión del 0,5 del PIB en tecnología en el conjunto de la economía y eso es todavía menor en el sector rural.
Solo los gremios muy organizados y fondos parafiscales han logrado montar centros de investigación propios. Otro elemento son los costos de producción muy altos, pues Colombia importa insumos agroquímicos, al igual que la maquinaria agrícola.

Y hay otro factor al que le damos mucho peso y es el mal uso del suelo. Se están usando tierras en ganadería, que no son propias para la ganadería, y en agricultura, las que no son propias para agricultura. La estructura de tenencia de la tierra ha llevado a que buena parte de la tierra de calidad esté concentrada en muy pocos productores y no necesariamente todos la están utilizando para la producción, sino que la han acumulado como bien especulativo generador de rentas.

En ganadería, hay 38 millones de hectáreas en pastos, en los que solo 21 de estos son los que tiene aptitud agroecológica para ello.
Si se pudieran liberar 15 millones de hectáreas hacia la agricultura, el crecimiento del sector sería más dinámico. Aquí la ganadería ha congelado tierras para la producción agropecuaria: lo que ha habido es una revolución de los ganaderos, a través del alambre de púas, contra los campesinos y la producción rural, y eso genera un uso muy ineficiente.

¿Quiénes son, hoy por hoy, los dueños de estas tierras ganaderas?

Hay distintos tipos de ganaderos y de empresarios. Una cosa es la ganadería de leche, que está ubicada en cuencas especializadas lecheras, modernas, competitivas. Otra, la extensiva, que es la más numerosa, la de ganaderos tradicionales, que no tienen una mentalidad empresarial: no son inversionistas, no llevan cuentas, ni contabilidad, no utilizan tecnologías modernas, etc. Tienen una mentalidad de que mientras más tierra tiene, más poder tiene, y más importante es en su región. Y están los pequeños productores de una o dos vacas o incluso de 20, 30 animales. Ellos tienen muy poca tierra y hacen buen uso de esta. Además, están los narcotraficantes, compradores de tierra, que usan la ganadería para 'socializarse' y lavar capitales ilícitos. Es un conjunto muy diverso, cada uno con sus propias lógicas.

¿Qué dice el Informe sobre esta estructura de la tenencia?

Colombia tiene un problema histórico de la tenencia de la tierra que muestra que siempre ha estado concentrada. Pero esta concentración ha aumentado por el conflicto, el narcotráfico y las políticas públicas, que han estimulado tener tierras sin pagar impuestos. Colombia registra un índice Gini (que mide la desigualdad) de propietarios de 0,87, que en América Latina es similar al del Brasil, y se sitúa entre los más altos de la región, si no el más. Ese problema está presente en todos los departamentos. Hay 175 municipios con índices superiores a 0,8 y eso es muy alto. La mayor concentración está en Oriente (Antioquia, Valle y Risaralda), y la segunda región es la Orinoquia (Meta, Casanare y Arauca).

Si este problema es histórico, ¿por qué no ha sido resuelto?

Tenemos un mercado de tierras atravesado por elementos del conflicto y del crimen. Los precios, en muchas regiones, los ponen los narcotraficantes, los paramilitares, los actores armados. No hay un mercado libre de tierras. Segundo, las políticas del Estado han incentivado la acumulación de tierras sin contraprestación. A nadie que tenga más de 1.000 hectáreas se le exige un compromiso económico o social. En tercer lugar, la tierra es un factor estratégico en el desarrollo porque permite controlar el suelo y, ahora, la biodiversidad. El elemento más importante por el cual Colombia nunca ha afectado esta estructura de tenencia es porque es una estructura de poder político. El Estado no ha tenido la capacidad de hacer esta reforma porque buena parte de los congresistas son propietarios y ejercen ese poder en los niveles regional, local y nacional.

¿El Informe considera la reforma agraria como eje del desarrollo rural?

Es válida la premisa de que en Colombia, por equidad, hay que repartir tierra si se quiere resolver la pobreza en el sector rural, pero se ha demostrado que sería un fracaso sin crédito, sin capital humano, sin capacidad de organización, sin servicios, sin articulación con los mercados y sin desarrollo tecnológico.

¿Qué propone el informe?

Propone una reforma transformadora, que incluye la readecuación de la estructura agraria para el desarrollo. Hay muchas maneras de obligar a los propietarios de muchas tierras, y que no usan, para que las pongan en el mercado o se las vendan al Estado o entren en un proceso de reparto. Lo que proponemos incluye pasar de dar incentivos sin compromisos productivos y sociales a utilizar los recursos públicos en la generación de bienes públicos, para que todos pueden acceder a ellos. La política pública hasta ahora ha sido de privilegios a unos pocos. También propone cambiar la institucionalidad pública para manejar la problemática, no solo productiva, sino rural en general. La pregunta es cuál es la institucionalidad que se requiere con minería, con cambio climático, y con los retos del conflicto y la integración de la sociedad rural con la urbana.

Parecería como si el estado de cosas fuera inmodificable...

El informe le pregunta eso al Estado y a la sociedad, si las propuestas y políticas actuales permiten modificar la tenencia de la tierra, para que el sector desate todo su potencial para el desarrollo.

¿Y la restitución de tierras fracasa en este contexto?

Fracasaría si no se acompaña con un contexto del desarrollo rural. Lo que sí es muy claro es que la política de restitución de tierras no modifica la estructura agraria. Es muy importante la restitución y hay que hacerla, y es riesgosa, dados los factores de conflicto, pero en lo que hay que hacer énfasis es en que hay que ir más allá, porque la restitución es una política a corto plazo.

Pero el despojo en el país ha sido mucho...

Si asumimos el despojo como un proceso, vemos que hay una gran modalidad de despojo en todas partes, y muchos métodos: violencia, violación de normas, corrupción, compra de funcionarios, etc. El país mantuvo invisible el despojo de tierras durante los años 80 y 90, si no más. A partir del 2000 se hizo público por las organizaciones de víctimas y por la Corte Constitucional, no por el Estado. Por eso hay que evaluar cuáles son los factores que conducen al despojo, para desmontarlos. No basta con restituir tierras, porque si los mecanismos y actores que despojan siguen funcionando, estas volverán a ser despojadas en cinco años. Hay que actuar sobre los factores y reorganizar el sector rural para tener un futuro mejor para los pobladores rurales, que han llevado la peor parte en los últimos 50 años.

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